A menudo escucho a los adultos hablar sobre algo que me cuesta entender. Cuando mi padre se cruza con un vecino, familiar o amigo, empiezan a contarse su vida y lo ocurrido durante el tiempo que no se vieron; hablan y hablan, siempre diciendo lo mismo: "Perdona, no quería enrollarte, como no hay con quien hablar ni en quien confiar".
Hoy en día la gente no escucha, por lo que no nos enteramos de lo que nos quieren contar, ni tampoco podemos transmitir nuestros pensamientos. Además, se dice que desde la pandemia esto empeoró.
Personalmente, pienso que es un don: unas personas nacen sabiendo escuchar, otras no.
Mi padre lo tiene: muy bueno dialogando y, además, escucha con respeto, lo que realmente gusta.
Yo intento aprender a tener esa paciencia, pero me cuesta más, igual que a mi madre; por eso, lo estamos intentando corregir. Reconozco que es un poco agotador: si escuchas, problemas egoístas; y sin preocuparse por tus preocupaciones.
Aldara
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