viernes, 15 de febrero de 2019

"Mi día de San Valentín"

La verdad es que este 14 de febrero es un día como otro cualquiera para mí. Es decir, hago las mismas cosas que cualquier otro jueves: voy al cole, los deberes, el entrenamiento de fútbol y acabo las tareas antes de cenar.

Sé que este día es muy importante comercialmente, en el que la gente aprovecha para decirse que se quiere y hacerse algún que otro regalo: bombones, flores, joyas o alguna cena romántica.
Todo esto es para gente mayor, salvo lo de decir a  alguien que le quieres. Yo quiero a mi familia, y se lo digo tanto hoy como el resto de los días del año.

Por todo lo anteriormente dicho, y entre otros motivos, este día del amor se simboliza a través de un corazón.

Resulta que hoy es un día importante para el corazón de las personas, ya que es:


De esto sí que puedo opinar mejor, ya que a mi primo Leo, al que quiero mucho, le diagnosticaron con un año una cardiopatía congénita: tenía la arteria aorta dividida en dos. Tras operarlo, aun siendo muy pequeñito, actualmente y con seis años, está sano y es muy simpático.

Álex

"Los absurdos regalos de San Valentín"

En nuestras edades, lo normal es no tener novio/a; aún así, hay muchos compañeros que sí tienen.

En mi opinión, San Valentín es un día comercial que inventaron las empresas para vender peluches con forma de corazón, bombones...

Las parejas se hacen regalos (también las de  mi colegio), lo cual me parece "cursi"; con la edad que tenemos es una tontería regalarle algo a tu enamorado/a.

El amor no es hacerle a tu tortolito un presente, es querer a una persona todos los días del año y no sólo el 14 de febrero.

Manuel 


viernes, 1 de febrero de 2019

"Mi padre"

Es un hombre moreno, alto y ancho; con el pelo corto, negro y rizado; y sus ojos verdes.

Muy simpático y agradable.

Tiene cuarenta y cuatro años y trabaja de conductor de autobuses. 
Le hubiera gustado llegar a ser futbolista profesional; siempre le gustó mucho y era bastante bueno. Jugaba en un equipo llamado "El Begoña". Empezó a los trece años; quería ir a una escuela de fútbol pero mi abuelo no le dejó.

En la escuela sacaba notas decentes. 
Un día, el maestro había llegado un poco tarde porque no tenía coche y había perdido el autobús. Se les pasó la hora y llegó el recreo. Pasó tan rápido que tocaba volver a clase.  
Poco después ocurrió lo mismo, no se les ocurrió más que jugar al fútbol en el aula; mi padre tiró el reloj con la cabeza... Y quedaron castigados todos.
Era muy deportista, le gustaban todos los deportes.

Peca un poco de impaciente: en el verano del año pasado se enfadó con su hermana porque le prestó el coche, ella lo dejó abierto y se lo robaron. Llegó tan enfadado a casa que tiró el teléfono al suelo y lo rompió. Al final, el vehículo apareció sin gasolina en San Pedro.

Alazne