martes, 17 de marzo de 2015

"El tesoro de la amistad"


Trata de unos amigos llamados Andrés y Rebeca.
Estaban paseando cuando de repente vieron una cueva y decidieron entrar.
Encontraron a una niña y un tesoro a su lado; ellos ya sabían lo que iban a hacer: ¡Cogerlo!
Cuando se fueron acercando, vieron que ella era de otra raza y se alejaron. En ese momento, llegó un niño llamado Iago, que fuer hacia ella para ayudarla y salvarla.
- ¿Qué haces? - preguntó Rebeca.
- Salvarla de vosotros. - contestó el niño. 
- ¡Pero es de otra raza, no podemos estar con ella!
- A mí eso me da igual, tiene la boca tapada y las manos atadas, no puede comer ni beber. ¡Necesita ayuda!
Ante tales palabras, Andrés y Rebeca se dieron cuenta de la tontería que iban a cometer, se arrepintieron de su egoísmo y de su racismo y decidieron echarle una mano.

Tras ayudar a Melinda, que así se llamaba, ésta les contó que el tesoro era suyo, se lo había dado su padre antes de morir. Unos ladrones se lo habían robado y la habían encerrado allí con él, para que no dijera nada a nadie.
Después de contárselo, decidió darles parte del mismo a sus nuevos amigos.
Ellos, al ver su reacción, si dieron cuente de lo egoístas que habían sido al principio, por lo que decidieron donar una buena parte a los más desfavorecidos.
Melinda se fue a vivir a casa de Iago, que vivía solo dado que le habían fallecido sus padres.
Comprendieron que la amistad y las buenas obras eran lo que les hacía más felices; y que no se puede juzgar a nadie por ser distinto o de otra raza o cultura.
¡No hay mejor tesoro que la amistad!

Sheila

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