miércoles, 20 de enero de 2021

"Si el mundo fuese de cristal"

Sería muy incómodo. ¡No podríamos comer! Todo se rompería y sangrarías con el corte. ¡Menuda fragilidad!

Se acabarían los alimentos, los muebles... ¡Hasta el mundo!

La incomodidad de dormir, de sentarse.

¡No habría colores!

De ir al colegio o a un lugar, todo sería transparente.

Noa

Un día estaba durmiendo y cuando me desperté vi que todo era de cristal: la habitación, las ventanas, el escritorio, las sillas y ¡hasta las puertas!, que tuve que recomponer para poder pasar.

Luego fui al colegio y  aun peor. Las mochilas, el encerado, el ordenador, la pantalla, los altavoces. ¡Todo de cristal!

Cuando terminé y llegué a casa, en las nooticias dijeron que la contaminación del aire y los gases de los coches habían sido la causa de lo ocurrido. Para solucionarlo, construirían unos aspiradores gigantes para quitar la contaminación; así como plantar una enorme cantidad de árboles para su limpieza.

Pablo

Yo  siempre soñé
en un mundo de cristal. 
En el que las flores sean
transparentes como el mar.
 
Yo siempre soñé
en un mundo de cristal.
En el que los árboles
no se puedan agitar.
 
Yo siempre soñé
en un mundo de cristal.
En el que los peces
no puedan nadar.
 
Yo siempre soñé
en un mundo de cristal.
En el que las casas
no se puedan derribar.
 
Yo siempre soñé
en un mundo de cristal.
En el que los coches
no puedan arrancar.
 
Yo siempre soñé
en un mundo de cristal.
En el que las nubes
no se pueden transladar.
 
 Mayra 
 
Si el mundo fuese de cristal, la Tierra sería transparente; así veríamos todo su interior, así como todo lo del colegio desde fuera.
Todo sería muy delicado y se rompería, habría que tener mucho cuidado.
Sería muy aburrido, dado que no habría animales, plantas ni humanos.

Bruno
 
Sería todo muy frágil, tendríamos que andar con mucho cuidado para que no se rompiese nada; un lugar frío, duro e incómodo.
No habría calor, ni plantas, ni animales; por lo tanto, no habría comida ni agua: ¡Sería imposible vivir!
En el que vivimos ahora es todo lo contrario; vamos a cuidarlo.

Gael
 
Hace mucho tiempo, un dios llamado Brunete Banana convirtió la Tierra en cristal, incluso a los humanos.
Para poder vernos, decíamos nuestro nombre y un color, del que nos pintábamos. Si alguien nos lo copiaba, escribíamos también nuestros apellidos.
Cuando llovía, no caía agua, sino trocitos de cristal; lo que se rompía era un trozo del mundo. 
Los animales no sabíamos dónde estaban y nos atacaban cuando querían.
¡Así es cómo me lo imagino!

Mauro
 
Había una vez en una ciudad un niño llamado Álex, que vivía en una casa de cristal. Ese era su mundo porque casi nunca salía de ella.
Nunca se sentía solo porque era todo de cristal: paredes, muebles...
Dormía y jugaba en su habitación, pero veía a sus padres.
De pequeño se daba contra las paredes; le pusieron unas marcas rojas y no volvió a ocurrir.
A veces, sus amigos lo ven con algo bonito y se lo quitan; se lo comenta a su padre, que le compra otro mejor.
A todos les gustaba ir allí porque la casa era única.
 
Diana 

Ojalá vivir
en un mundo de cristal
para poder alucinar,
mi reflejo mirar y
a todo el mundo observar.

Todo poder tocar,
las manos enjabonar, 
y las marcas dejar.
A nadie podemos engañar
porque nuestras huellas quedarán.

No hay nada 
mejor que eso,
a no ser un bocadillo
de jamón y queso
y que te den un beso.

¿Cómo he logrado esto?
Aprendiendo del gran maestro
Honorato, el ratón enamorado,
al que he leído
mientras estaba confinado. 

Sara 

Erase una vez un joven que creció en un pueblo muy lejano; solo allí se veían las estrellas más brillantes y dos soles que iluminaban colores jamás vistos.
Sus paredes, sus bancos, sus casas y todo en aquel lugar era de cristal; reinaba la felicidad entre los habitantes.

Un día, una luciérnaga perdida en el bosque, vio algo que brillaba más que ella y decidió acercarse; sorprendida entre los cristales, su brillo se apagó.

Un joven lo vio y le dijo:
- Estás opaco, no perteneces a este pueblo.

La luciérnaga le dijo que le siguiera y le demostraría que ella sí brillaba. La acompañó y, al salir de su mundo de  cristal, vio: flores, árboles, pájaros que no brillaban, pero era precioso, aquellos colores: oscuros, claros, unos opacos y otros no tanto.
Así descubrió la belleza de la naturaleza y ese brillo de la luciérnaga. 

Joan 

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