Tras años de vida tranquila en el castillo de Sada, todo estaba patas arriba porque, desde hacía algún tiempo, no podía dormir.
Lo había probado todo: un baño templado para calmar los nervios que le provocaban sus alumnos, leche caliente, música clásica, almohadas de plumas...
Pero seguía sin dormir y nadie sabía por qué; así que llamaron al doctor Sueño. Y, por fin, dio su diagnóstico: trabajaba mucho.
Nico
No hay comentarios:
Publicar un comentario