Erase una vez un niño llamado Marcos, vivía con sus padres en el campo. Su casa estaba en medio de dos montañas y rodeado de muchos animales. Siempre estaba feliz y disfrutaba de la naturaleza.
Como todas las tardes, salía de paseo con su caballo, al que llamaba Alvin. Estaba tan distraído que no se había dado cuenta que una serpiente había mordido su pata trasera. Se asustó tanto que no paraba de llorar y de abrazarlo con todas sus fuerzas, hasta que se quedó dormido.
Sus padres, preocupados porque había llegado la noche, lo buscaron durante muchas horas, hasta que él escuchó sus voces. Al verlo, se abrazaron y le dijeron lo orgullosos que estaban de lo valiente que había sido al no abandonar a su caballo.
Con el tiempo todo volvió a la normalidad.
Joan
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