Había una vez un grupo de amigos que estaban de excursión por el bosque; de repente, se hizo de noche, se asustaron y buscaron algun sitio para pasarla allí.
Juan, el mayor del grupo, vio a lo lejos un castillo abandonado. Todos fueron corriendo y cuando entraron se dieron cuenta de que estaba encantado.
Los tres decidieron dormir en la misma habitación y así no les pasaría nada.
Cuando estaban casi dormidos, escucharon unos ruidos y se encendieron las luces.
Juan, Emma y Carmen se levantaron y fueron a mirar. Abrieron una habitación: ¡Llena de fantasmas!
Salieron corriendo, los persiguieron, los atraparon y los metieron en un armario.
Al día siguiente, todos los fantasmas volaban por el castillo y hacían fiestas nocturnas. Cada vez que entraba alguien, se divertían gastándole bromas, le tiraba agua, hacían ruidos fuertes, lanzaban objetos. Los niños se divertían tirando lo que encontraban.
Los papás se preguntaban dónde estarían sus hijos, pero nunca llegaron a encontrarlos.
Aroa
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