Érase una vez un pescador llamado José y su hijo Juan.
Un día fueron a dar un paseo en lancha y llevaron cañas de pescar.
Pasaron horas, al cabo de un rato empezó a llover y había fuertes olas. La barca se balanceaba, el hijo se cayó al mar y el padre no pudo hacer nada.
Cuando llegó a una isla, encontró tirado en la arena a su hijo, lo reanimó y fueron a otra isla, en la que había mucho que comer: cocos, manzanas...
Vieron a una rana, se hicieron sus amigos y ella los guió hasta un barco pirata. ¡Era enorme!
De noche, se fueron a dormir. Cuando despertaron, estaban navegando con un capitán de una tripulación que, por supuesto, no conocían.
Sorprendidos, decidieron formar parte de la misma, dado que tanto uno como otro eran fuertes y podían resistir el ritmo de trabajo.
Iván
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