Hace mucho tiempo, en un país muy lejano, cayeron dos trozos de Luna.
La historia fue así:
En 1959 pasó muy cerca de la Tierra y, por muy extrañas razones, dos trozos cayeron a un pequeño país llamado Icnic, que estaba en el centro de un gran lago.
Los días anteriores todo era normal: la gente paseaba, compraba; y los animales corrían, nadaban y volaban.
Pero desde el momento del suceso, toda la gente corría y tenía miedo, los animales huían... Eso pasó, pero después todos querían tener uno de aquellos trozos.
Perdón por no presentarme, me llamo Rin. La primera vez que salí, casi había una guerra para conseguir lo que deseaban. No me atreví a volver a salir, hasta que un día un avión se estrelló en mi casa: ¡Vaya susto!
Entre humo y escombros vi salir a un chico mucho más alto que yo y le pregunté:
- ¿Cómo te llamas?, ¿cómo te has estrellado?
- Me llamo Juan y el problema es que el avión se quedó sin combustible.
Dicho esto, se fue sin despedirse.
En el aparato había un mapa con una equis marcada detrás de las montañas y fui corriendo a dárselo. Me preguntó si quería ir con él a buscar un trozo de Luna y le contesté que sí.
Después de dormir en un garaje, cogió un coche y salimos en dirección a las montañas.
La historia fue así:
En 1959 pasó muy cerca de la Tierra y, por muy extrañas razones, dos trozos cayeron a un pequeño país llamado Icnic, que estaba en el centro de un gran lago.
Los días anteriores todo era normal: la gente paseaba, compraba; y los animales corrían, nadaban y volaban.
Pero desde el momento del suceso, toda la gente corría y tenía miedo, los animales huían... Eso pasó, pero después todos querían tener uno de aquellos trozos.
Perdón por no presentarme, me llamo Rin. La primera vez que salí, casi había una guerra para conseguir lo que deseaban. No me atreví a volver a salir, hasta que un día un avión se estrelló en mi casa: ¡Vaya susto!
Entre humo y escombros vi salir a un chico mucho más alto que yo y le pregunté:
- ¿Cómo te llamas?, ¿cómo te has estrellado?
- Me llamo Juan y el problema es que el avión se quedó sin combustible.
Dicho esto, se fue sin despedirse.
En el aparato había un mapa con una equis marcada detrás de las montañas y fui corriendo a dárselo. Me preguntó si quería ir con él a buscar un trozo de Luna y le contesté que sí.
Después de dormir en un garaje, cogió un coche y salimos en dirección a las montañas.
Por el camino encontramos de todo: tanques, aviones de distintos colores...
Cuando llegamos a una mina, bajamos y nos subimos a un tren que nos llevó hasta el centro, pero se estropeó y descarriló. ¡Estábamos perdidos! Se me ocurrió seguir el recorrido de las vías.
Así hicimos, pero las vías se metieron debajo del agua y no pudimos seguir, hasta que encontramos unas tablas que nos sirvieron de barca.
Ya en el río, un remolino nos tragó y nos llevó a una cueva, atravesada por un agua transparente y limpia, en la que había un cartel colgado de unas rejas:
Cuando llegamos a una mina, bajamos y nos subimos a un tren que nos llevó hasta el centro, pero se estropeó y descarriló. ¡Estábamos perdidos! Se me ocurrió seguir el recorrido de las vías.
Así hicimos, pero las vías se metieron debajo del agua y no pudimos seguir, hasta que encontramos unas tablas que nos sirvieron de barca.
Ya en el río, un remolino nos tragó y nos llevó a una cueva, atravesada por un agua transparente y limpia, en la que había un cartel colgado de unas rejas:
"¡Cuidado, no pasar!"
Nos llevó la corriente y caímos por una gran cascada que nos llevó a otro nuevo lago: ¡Un lago dentro de otro!
Allí nos cogieron unos piratas y nos mandaron decirles dónde estaba lo que buscábamos. El problema es que los dos trozos de la Luna se habían desintegrado.
Allí nos cogieron unos piratas y nos mandaron decirles dónde estaba lo que buscábamos. El problema es que los dos trozos de la Luna se habían desintegrado.
Rubén