Érase una vez un fantasma llamado Pitágoras que vivía en una casa abandonada en las afueras de Chicago.
Se acercaba la noche de terror y unos hermanos, Tyler y Rake, no tenían nada preparado; hasta que a uno de ellos se le ocurrió gastarle una broma a un fastasma que creían que vivía a las afueras de la ciudad, ya que habían hablado de él en el colegio.
Con todo preparado para la broma, se dirigieron con la esperanza de encontrarlo.
Efectivamente estaba allí, así que sacaron todo lo que habían traído: petardos, harina, pinturas, bombas fetidas... Para él era como una fiesta, se lo pasaba pipa.
Cuando ya no había más cosas, decidieron tirarle la mochila del cole, con tan buena puntería que lo dejaron "K.O.".
Se acercaron, asustados, hasta que el fantasma despertó y les preguntó: ¿Qué lleváis ahí?
A lo que respondieron: los tochos de matemáticas.
- ¿Matemáticas?
- Sí, cuatro tochos llenos de fichas.
- ¡Oh, no, matemáticas no!, me piro.
Y desapareció para siempre, nunca más se volvió a saber de él.
Lo que sí les quedó claro a los dos hermanos es que las matemáticas le asustaron más que cualquier otra broma.
Gael
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