La noche del 31 de octubre es halloween, en el colegio "O Graxal" se celebra una fiesta.
Los alumnos y profes iban disfrazados; todo iba bien hasta que desapareció Genaro, el profe de matemáticas.
Estuvieron muchos días buscándolo y empezaron a notar que cada mañana faltaba material escolar, las sillas se levantaban, en las cámaras de seguridad no se veía nada, las cosas se movían solas.
Una niña inventó una cámara con detector de fantasmas. La probaron, pero no funcionó y decidieron tenderle una trampa.
Consistía en un aparato con flash pegado a una cámara de video; eso haría que, de haber alguien allí, se viese la sombra.
Pasó la noche y la intriga era máxima.
Habían puesto el aparato en la clase y, al ver el resultado, la sorpresa fue mayúscula: dos caras, la de Juan (también había desaparecido) y la de Genaro.
En las grabaciones se les distinguía haciendo ejercicios en la pizarra y preparando frases en un idioma desconocido. ¡No lo entendían ni ellos!
Queríamos gastarle una broma y le quitamos el maletín al fantasma de nuestro tutor; al de Juan le cambiaron las tizas por churros y, en la misma noche, cuando volvieron a intentar poner deberes, se dieron cuenta de que los habían descubierto. Dejaron una nota de despedida pintada en la pizarra con un rotu permanente (lo único que habían encontrado); decidieron no volver a hacerlo nunca más, desaparecieron y nunca más se supo de ellos.
Aroa
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