Había una vez el rico más rico llamado don Fedícolio Tercero Paz. Dicha persona, muy tiquismiquis, cuando ve sonreír a alguien, le dice: "Ay, pero tú no te cepillas los dientes, guarro"...
En las cafeterías solo pide un cuarto de media lechuga; si me viera a mí comiendo dos kilos de gofres recalentados en microondas de segunda mano.
Su hijo adoptado, Doncalcian Tercero Paz, en el cole le pido un rotulador rosa y me saca cuatrocientos rotus de diferentes tonos de rosa; y, al acabar, me quedo sin rotu. ¿Por qué me pasa esto a mí?
Tanto él como su hijo presumen de todo lo que tienen en su mansión en Francia, y todos los días va al colegio en su avión.
¡Y su almuerzo! Tela con lo que lleva: un bistec de alta calidad.
Un día me invitó a su maldita mansión y me enseñó su cuarto de baño con un retrete de astronautas.
Noelia
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