viernes, 10 de enero de 2020

"Un ejemplo a seguir"

En la capital de Etiopía (Addis Abeba) vivía una niña de once años llamada Abenet, lo que en español significa "ejemplo".
Casi no tenía comida ni juguetes y necesitaba andar doce kilómetros para ir al colegio.

Un día su profesora le pidió a toda la clase que expusiesen que querían ser de mayores. Ella aún no lo sabía, pero mientras iba a la escuela se encontró un hombre pidiendo ayuda, estaba en una elevación de diez metros de altura a punto de caerse. Ella empezó a subir y, en menos de lo que canta un gallo, ya estaba arriba y lo salvó. El la alabó: "Tú, con esa agilidad, con esa forma de correr, serás acróbata".
Al principio no le hizo mucha gracia; por exponerlo en clase no iba a pasar nada, entonces así lo hizo.

Poco a poco se fue aficionando a las acrobacias y tanto que su gran sueño pasó a ser ganar la "OGD", la liga más importante del mundo.

Pasadas unas semanas se dio cuenta de que a su madre no le gustaba su sueño, sentía enfado en su cara, por lo que dejó de proseguir con tal idea.

Mientras, Gemanesh, a quien había salvado, habló con un entrenador particular para que viese su potencial. Fingieron una escena de socorro con otra persona, pero en un montículo de más de veinte metros de altura.
Cuando la niña pasó por allí, empezó  a escalar; al acordarse de su madre, se dio media vuelta y marchó.

Al acercarse a ella y preguntarle por qué se había vuelto atrás, les contó lo que sucedía. Al enterarse, empezó a ir todos los días a intentar convencer a su familia de lo buena que era; pero siempre lo rechazaban pensando que lo hacía por el interés económico, aunque no era así ya que lo hacía por gratitud.
Pensando que le podían juzgar mal, después de tres meses de visitas, le explicó a su madre que lo había socorrido, por lo que dejó ir a entrenar a su hija.

Con el paso del tiempo ya entrenaba en un gimnasio profesional, con un entrenador llamado Abebaye, llegando a participar en competiciones muy serias, aunque quería llegar a la "OGD".

¡Por fin lo consiguió! Su alegría era inmensa. Iba a competir contra unos acróbatas increíbles.
Le tocaba salir de última. Hasta ese momento todos lo habían hecho genial. Cuando le tocó, mientras hacía el ejercicio solo pensaba a dónde podría llegar si ganaba; no se concentró, cayó y se lesionó, teniéndola que llevar en camilla al hospital.
Hubo quien le dio ánimos; uno de sus rivales, Gadesse, se burló de lo sucedido.
El médico le explicó que no podría competir nunca más.

Su voluntad le llevó a no desistir. No dejó de perseguir su sueño y siguió entrenando sin parar hasta que volvió al campeonato para enfrentarse a Gadesse y con un jurado.

Pensando en su esfuerzo, no con alegría ni con lágrimas, clavó el salto y ganó. ¡Increíble! Incluso ganó el respeto de su contrincante.

A partir de ahí se replanteó durante toda su vida lo que había logrado gracias a su esfuerzo; planteándolo en su vida, le iría todo mucho mejor.

Samuel


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