Saber ganar no solo es vencer, saber
alcanzar unas metas para conseguir prosperar, lograr y obtener los
objetivos o triunfos propuestos, sin vanagloriarse, ser egoístas y hacer
trampas.
Saber perder también es bueno, es aprender
una lección que si se aprovecha, se puede sacar de ella una buena
experiencias e incalculables beneficios.
Se aprende a perder, perdiendo. En la vida hay que saber perder, aunque se haya entrenado muy duro para ganar.
Enfadarse después de perder es algo normal, no es sólo cosa de niños y llevar a la práctica la famosa frase de consolación “lo importante es participar” es un reto que requiere esfuerzo
y voluntad por parte de cada uno. Para los niños es más difícil todavía, no llevan bien eso de no obtener lo deseado.
Saber perder con nobleza, ayuda a fortalecerse
mentalmente y a tolerar la hipotética frustración, del hecho de aceptar y
asumir con humildad, la victoria ajena. No importa sentirse triste y
decepcionado, por el gran esfuerzo realizado.
La honestidad hace verdaderos vencedores, aunque se haya perdido.
Por cada victoria que se consigue, uno ha perdido la cuenta de
todas las derrotas que ha sufrido, pero eso es lo que hace que cada
victoria sea más grande.