Cuenta la gente del lugar que, cuando abres los limones, son de oro.
Un joven recién llegado al pueblo, lo observó en la Plaza Mayor; estaba rodeado de unos setos muy bien cuidados, el césped muy recortado y con muchas margaritas blancas. Le llamaba mucho la atención que los lugareños lo querían mucho y no recogían ningún fruto.
Le preguntó al panadero y éste le contó la leyenda:
"Hace muchos años, un hombre muy mayor lo plantó en ese lugar para que les diera suerte a los campesinos con la cosecha; pero les advirtió que no podían coger los limones porque eran de oro. Si lo hacían, se secaría y también la cosecha."
El joven se marchó pensativo, tenía mucha curiosidad:
¿Serán realmente de oro? ¡Se notará si cojo uno!
Después de darle muchas vueltas decidió no hacerlo:
"Las leyendas hay que respetarlas."
Laura
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