Estábamos en el recreo y me entraron ganas de ir al baño. Las luces no funcionaban muy bien; entré y cerré la puerta sin pestillo. Terminé, intenté salir pero la puerta no abría. En ese momento no tenía miedo, hasta que pasó un rato.
Entró un niño y empecé a gritar, le dije que estaba encerrado. Avisó al conserje y me sacaron de allí.
¡Qué miedol!
Alejandro
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