Su madre trataba de hacerle comer:
- Es que si no comes, no vas a crecer. Todos esos bichos serán tu alimento. ¡Mira qué gorditos! Son insectos …
- ¡Si no tengo hambre, querida mamá! No quiero y no quiero! ¡No insistas más!
- ¡Ay, este hijo mío! ¡No come nada! Tendrá que examinarlo su pediatra.
Y con él en brazos, fue a consultar a una doctora de fama mundial que, según lo vio, se puso muy seria:
- Si no come, no tiene remedio; aunque yo le mande estas vitaminas, de no alimentarse, peligra su vida …
La madre insistía:
- ¡Come, chiquitín! ¡Con semejante desgana te vas a morir! Caza alguna mosca, prueba un gusanito, ¿quieres que te traiga tarta de mosquitos?
- No, mamá, no puedo. ¿Es que no lo sabes? No voy a comer otros animales, quiero que en la charca vivan muy felices, son como mis hermanos.
¡VOY A SER UN SAPITO VEGETARIANO!
Y a partir de entonces, sólo comió hojas, trocitos de junco, pétalos de rosas, tomates maduros del invernadero, margaritas blancas y flor de romero.
Marina
eso es completamente rarisimo
ResponderEliminarEs un cuento precioso!
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