Érase un día que quería salir en un "casting" de talentos. Mis padres me dejaban ir, lo malo era que no sabía qué hacer, hasta que se me ocurrió una idea: cantar.
Era malísimo y aun encima desafinaba mucho. Suponía hacer magia, mas no sabía hacer un truco, así que descartada.
Hasta que dije: "Esta es la mía". Una actuación de circo. Ya se me daba bien escalar y tenía buen equilibrio. Entonces me dispuse a practicar todos los días. Cada jornada un poco mejor. Ya podía caminar por la cuerda floja, hacer acrobacias, más acrobacias pero con animales...
Llegó el día esperado. Fui a la prueba muy nervioso. Creía en mí mismo y pensaba que podía sorprender al jurado y al público. Había llegado mi momento, tenía que enseñarle al mundo todo lo que había practicado. Lo hice muy bien y me clasifiqué.
Mientras tanto, miraba las actuaciones de los demás y tenía claro que no eran rivales débiles. Tendría que dar todo de mí para ganar.
Clasificándome ronda por ronda llegué hasta la final. Se acabaron las ideas y, por lo tanto, las habilidades. Había hecho todo lo que había practicado y no podía repetir. No quedaba otra que arriesgar. No sabía si lo iba a hacer bien o mal.
Al final de mi actuación, me dijo el jurado: "Nico, has sacado una obra maestra de la chistera".
En el momento de decir el nombre del ganador... ¡Era yo! ¡Había ganado!
¡Qué maravilla los sueños!
Nicolás
No hay comentarios:
Publicar un comentario