Había llegado la hora, te preguntarás... ¿Qué hora? La hora del descontrol.
Cada doscientos años, el día se enloquece. Es por la mañana y todos los relojes del mundo marcan horas distintas; no hay Sol, ni siquiera existe la Luna.
Marc se despertó, eran las diez de la mañana, pero no lo sabía, ya que su reloj marcaba la una del mediodía. Era sábado y no trabajaba. Fue hacia la ventana, levantó la persiana y... ¡Sorpresa! Ni una luz iluminaba el cielo; parecía que estaba en el vacío, totalmente oscuro, ni rastro de claridad: las lámparas no funcionaban, ni las linternas, tampoco había electricidad.
Se iluminó con varias velas, aunque pensó que era un sueño y volvió a la cama.
Después de varias horas, se despertó de nuevo, y el día seguía igual; se dio cuenta de que no lo era.
Sus amigos le habían contado historias sobre ese fenómeno. Los llamó, ya que su teléfono sí funcionaba; le contaron todo y que no se fiara de la hora que marcaba su despertador, ni tampoco de su móvil.
Pasaba cada doscientos años; había leyendas, pero ninguna cierta. De momento, ni los científicos descubrieron por qué pasaba; ni por qué después todo volvía a la normalidad.
Todos tenían miles de preguntas; era como si el mundo se tomara un descanso cada veinte décadas o dos siglos.
Viajar a una dimensión paralela cada cierto tiempo, con infinitas dimensiones distintas... ¿Cómo?, ¿por qué?
Puede haber más por descubrir, lo que no se había encontrado hasta aquel momento.
¡Por fin! Marc se despertó confiado, como ya había pasado un día, todo era normal, pero... No se quedaría con la pregunta en su cabeza; así que investigó en internet y consiguió el número de teléfono de un científico, Michael Rosbash, que tenía una buena teoría.
Marc le aseguró que podría tratarse de un agujero negro que aparecía cada doscientos años y que, cuando la Tierra entraba, se veía todo negro y después de un día desaparecía.
¿Los relojes? Pues claro, hay un campo magnético que atrae las agujas del reloj analógico y cambiaba el ciclo del reloj digital.
El científico le dijo:
- Podrías explicar todo en televisión.
- Buena idea, podríamos buscar más contactos y absorber, metafóricamente, mucha más información de algunos astronautas... Nos ayudaría muchísimo.
Después se pusieron en contacto con Eugene Cernan, que les explicó bastante sobre el espacio, quedando para seguir hablando del tema y buscar diferentes teorías que encajasen mejor.
Cuando Marc llegó a casa, todo se puso del revés; y los objetos, muebles y él mismo empezaron a volar por toda la habitación. ¡Otro misterio más por descubrir!
Parece que la historia no ha terminado. Esto es mucho más serio.
Adrián
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