El domingo fui a la nieve, con mi padre, madre y hermano pequeño. ¡Me encantó!
El día anterior estuve muy nerviosa, preparé todo. Para ir, es imprescindible ir bien equipado: gorro, fular, bufanda, camiseta térmica, forro polar, cazadora, pantalón impermeable, botas adecuadas, gafas de sol y una mochila para meter todo.
El viaje fue de ¡una hora y media! Para no aburrirnos, llevamos la nintendo.
Lo primero que hicimos al llegar fue bajarnos del coche e ir corriendo hacia la nieve, en la que mi hermano y yo nos acostamos e hicimos un ángel de nieve.
El paisaje era impresionante, todo cubierto, y los carámbanos colgando en las casas. Había muchos coches aparcados al lado de la carretera y unas cuantas familias con los mismos planes que nosotros.
Tuvimos que caminar un poco para buscar un espacio donde no hubiera nadie. Por fin lo encontramos. Entonces llegó el gran momento: subimos a la zona más alta y, agarrados fuertemente a nuestros trineos, nos lanzamos por la cuesta abajo. ¡Yupi...! Fue una sensación única, que repetimos una y otra vez, hasta acabar rendidos.
Tomamos algo caliente y regresamos a casa cansados pero felices.
Aldara
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