Le pregunté si era remolacha, que tenía un fruto casi igual, y me dijo que no. Era una flor y muy bonita.
Me la compró, la llevamos a su piso, la transplantamos y la regamos. La cuidé mucho, le eché abono...
Cuando volví a su casa, había unas flores hermosas.
La llamé Rani. ¡Mi preciosa Rani!
Valentina
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