El primer día de clase estaba
muy nervioso, aunque ya sabía más o menos cómo iba a ser porque le habías dado
clases a mi hermano.
Una de las cosas que no me esperaba es que hiciéramos el
primer tema de matemáticas en un par de horas.
En las siguientes semanas todo
fue muy parecido pero el tiempo pasaba igual de rápido.
Entonces fue cuando llegó
nuestra primera discusión, en ese momento estaba tan nervioso que no podía casi
ni moverme. En los siguientes días no
quería ir al colegio porque tenia miedo de volver a fallar y a repetir esa
historia, pero luego me fui tranquilizando y perdiendo el miedo a salir al
encerado.
Una cosa que me gustaba mucho
era cuando nos ponía una película y además nos dejaba elegir cuál queríamos ver.
Trabajar contigo era es muy
divertido porque hacíamos muchas cosas, pero no teníamos que estar serios todo
el rato, sino que podíamos hablar y gastar bromas.
A veces tener tres horas
seguidas de matemáticas cansaba un poco; pero cuando hacíamos dictados y
mientras otros estaban en el encerado era más dinámico.
Hacer el tocho es muy
entretenido porque a veces salían cosas que no sabíamos y nos las explicabas; algunas
eran muy fáciles y siempre había un fallo tonto o algo así.
En nuestra clase hubo varios
problemas de acoso y cuando perdíamos una hora de clase hablando de eso era un
poco aburrido porque casi siempre era la misma persona.
La verdad es que trabajábamos
mucho, pero pocas veces llegamos a los doscientos ejercicios de matemáticas, y
me hubiera gustado haberlo hecho más de una vez.
La visión permanente en un campo de fútbol
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