Un día mi abuelo estaba en la aldea y decidió ir a un "furancho" (así se conoce a los locales que suelen ser casas particulares en los que te venden el vino o de su cosecha, acompañado de tapas caseras).
Como quería saber la localización exacta, buscó en "Google" con el móvil y quiso llamar al establecimiento pero, increíblemente, en vez de hacerlo, agregó su número de teléfono como si fuese el del negocio.
Ahora no deja de recibir llamadas a todas horas: si va a abrir pronto, si le puede reservar una mesa, por dónde queda..
Aunque ha mandado un correo avisando del error, su número continúa en sugerencias.
¡Pobre!, ahora reza para que el furancho añada un número de contacto.
Manuel
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