Erase una vez un científico al que le encantaban los animales y un día se le ocurrió hacer un experimento sobre cómo podrían hablar y mirar como nosotros.
Lo acabó y lo quiso probar con un conejo, pero el líquido le cayó todo en sus manos; era morado y se las convirtió en una especie de cíclope morado con su propia forma.
Sorprendido, se hizo muy amigo de ellas, les hablaba, jugaban y les contaba cuentos y secretos.
Llegó un día en el que sus manos se cayeron y les salieron brazos y piernas.
Al científico no le gustaban sus manos nuevas, que no le hacían falta porque tenía las otras. A las moradas las llamó Ali y Pol, se divertían mucho.
Un día lluvioso quisieron robarlas y llevarlas a un zoo, por lo que decidió ir a vivir a Brasil para que nadie le molestase.
Lola
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