En mi mundo hay monstruos y humanos, éstos son buenos; la otra parte, como yo, aunque lo seamos, nos toman por lo contrario, o por leyendas humanas o por personajes que nos hacen quedar mal.
Cierto día se me ocurrió montar un club para los nuestros, con el fin de hablar y de no avergonzarnos de nuestra raza.
De una tranquilidad inicial, empezó a coger fama: "Las paredes escuchan"; empezó a venir gente, parecíamos famosos y ya no éramos malos.
Poco tiempo después podíamos salir a calle, se terminaron las diferencias y se logró la igualdad.
Iker
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