Una vez en el colegio, Marcos está jugando solo en el recreo y se le acercan unas compañeras y le preguntan si les deja los apuntes del examen de Inglés; aceptó a cambio de que fueran ajugar con él.
Pasado el control, la soledad le volvió a acompañar: ¡Se habían aprovechado alguien!
LAS PROMESAS SIEMPRE HAY QUE CUMPLIRLAS.
Ana Pereira
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