Esta leyenda corta proviene de China, en donde es muy popular. Cuenta
la historia que una joven contrajó matrimonio y se fue a vivir a casa
de su esposo, en donde aún habitaba la madre de este. Es tradición en la
cultura de aquel país, que las nueras cuiden de sus suegras como si
fueran sus propias madres y así mismo, tienen la obligación de obedecer
en todo lo que ellas les indiquen.Sin
embargo, para la protagonista de esta leyenda cada vez resultaba más
difícil hacerlo. Constantemente ambas tenían enfrentamientos y en la
casa, no había un solo día de tranquilidad para la familia.
Fue
por eso que la joven se dirigió a ver a un amigo de su padre, el cual
le obsequió unas hierbas, advirtiéndole que debía colocarlas en el té de
su suegra para irla envenando lentamente. También le aconsejo tratarla
con amabilidad, para que nadie pudiera sospechar de ella.
Dicho
y hecho, la muchacha comenzó a preparar un té especial para la madre de
su marido, al tiempo que comenzaba a comportarse de manera diferente
con ella, escuchándola y atendiéndola en todo cuanto necesitaba.
Con
el tiempo, ambas se volvieron grandes amigas y las discusiones cesaron.
Ahora se trataban con cordialidad y llevaban una relación de madre e
hija, por lo que la joven esposa empezó a sentir arrepentimiento de sus
propósitos iniciales. Y fue así como nuevamente acudió a hablar con el
hombre que le había dado las mágicas hierbas.
Él tan solo sonrió diciéndole lo siguiente:
-No
tienes nada de que preocuparte. En realidad esas hierbas no tienen
ningún poder. Dejé que pensaras lo contrario, para que te acostumbraras a
amar a tu suegra y pudieras recibir amor a cambio. El único veneno era
el que existía en su relación, antes de empezar a conocerse.
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