La siguiente leyenda corta proviene del país de Dinamarca y habla
acerca de un misterioso monarca, que un día llegó del mar sin que nadie
pudiera averiguar su verdadero lugar de origen.
Todo
sucedió una mañana, mientras los guerreros daneses recorrían la costa
buscando detectar movimientos enemigos. En aquellos tiempos, la paz se
había extinguido del reino, puesto que las aldeas de Dinamarca eran
constantemente atacadas por los fieros vikingos que venían del Norte,
robaban y destruían sus casas.
La escasez y el hambre eran
constantes y los habitantes se encontraban más divididos que nunca,
puesto que apenas confiaban entre ellos para poder compartir lo poco que
tenían. Sin el liderazgo de una persona justa y valiente, el pueblo
danés se veía condenado a un destino cruel.
Pero aquel día,
estaba escrito que las cosas llegarían a cambiar. A lo lejos y navegando
hacia tierra firme, apareció un barco todo hecho de oro y decorado con
piedras preciosas, lo que alarmó a los guerreros. Pensando que se
trataba de otro ataque vikingo, no bien hubo llegado a desembarcar el
navío se abalanzaron hacia el interior, blandiendo las espadas y
lanzando al aire gritos de guerra.
Grande fue su sorpresa al
descubrir que no había tripulación alguna; en cambio encontraron muchos
tesoros y a un pequeño bebé que dormía entre escudos de oro y plata.
El
niño fue llevado ante las personas más sabias de Dinamarca, quiénes
aseguraron que estaba destinado a ser rey y lo bautizaron con el nombre
de Skiold, que quiere decir escudo.
Skiold creció y se convirtió
en un hombre fuerte y valiente, que dirigió los ejercitos en batallas
victoriosas y restauró el orden en su reino, combatiendo la pobreza de
todos sus súbditos. Y en todos lados fue conocido como “el rey que llegó
del mar”.
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