martes, 7 de marzo de 2017

"Nevadito"

Es un muñeco de nieve. Su boca es de piedras redondas y también son así los ojos, sus manos son de palos largos y flexibles, su nariz es una zanahoria naranja y puntiaguda.
Siempre lleva la misma ropa: una bufanda verde, unas manoplas naranjas, un gorro amarillo fosforito con un pompón enorme y un forro polar.
Le gusta que los niños lo cojan para ponerlo en el trineo y deslizarse por la montaña.

Faltaban pocos días para que llegara el mes de diciembre y con él la navidad.
En la alta montaña empezaban a caer pequeñas nevadas, y el tío Antón ya tenía el granero lleno de leña para calentar su casa todo el invierno.
Su sobrino Carlos, junto con su esposa y sus tres hijos, pasaban la fiesta con ellos. Venían de la ciudad en una furgoneta cargada con las maletas, trineos y regalos para el tío, que los niños preparaban con mucho cariño.
Los tres niños: Uxía, Sara y Miguel, estaban deseando llegar, se lo pasaban muy bien... Y tenían un amigo especial: Nevadito.

El primer día que se quedaron a dormir hacía mucha ventisca y al muñeco se le cayó la nariz; al día siguiente, jugando con él, vieron que le faltaba algo:
- ¿Dónde está tu nariz?
- El viento se la llevó, tenemos que ir a buscarla.
Los niños lo montaron en el trineo y subieron a la montaña.
- Espero que los conejos no encuentren mi nariz. ¡Se la comerán! - lloriquea Nevadito.
De pronto vieron a un conejo correr con algo en la boca: ¡La zanahoria!
- ¡Conejo, espéranos, por favor! - dice Sara.
- ¡Devuélveme mi nariz, no te la comas!
Corrieron tras él, que estaba muy asustado.
De repente resbalaron todos.
- ¡Una pista de hielo! - exclama Miguel.
El lago se había congelado, al conejo se le cayó la zanahoria, todos trataban de cogerla pero se caían. Empezaron a patinar, se lo pasaron en grande toda la tarde.

El tío Antón fue a buscarlos.
- ¿Podemos llevar el conejo a casa? - pregunta Miguel.
- Le devolvió la nariz a Nevadito y necesita comer algo. - dice Sara.
- Está bien, vámonos todos, ya está anocheciendo. 

Pasaron unas vacaciones estupendas. El día que se marchaban estaban todos muy tristes, especialmente el  muñeco de nieve: sabía que pronto se derretiría y hasta el año próximo no se verían.
- No estés triste, volveremos y correremos nuevas aventuras.

Laura

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