Estaban dos amigos en su casa viendo la televisión. A uno le entró el hambre y fue a la cocina a coger algo para picar; pero cuando volvió al salón, en él había alguien más: la Muerte, el dios de los castigos.
Venía a castigarlos por su mal comportamiento. Ellos preguntaban si podían reparar sus malas acciones de otra forma. Les dijo que podría olvidarlo si iban con ella "de fiesta" un día entero y, por supuesto, aceptaron.
Justo, a la mañana siguiente, salieron a las ocho horas. Ellos tenían todo preparado: una hora y media en la bolera, dos en el parque de atracciones, una con los skates, otra en el estadio de fútbol, media de bocadillo...
Fue el mejor día que pasó la Muerte. Quería repetirlo alguna vez, así quedarían en sus días libres.
Con el tiempo, el padre de ella lo descubrió y la encerró en el mundo de las tinieblas.
Los chicos intentaron sacarla hablando con él. ¡Era imposible! Siempre se negaba.
A los dos se les ocurrió una idea: le robaron la guadaña al padre, que rompió la barrera del portal y lo envió al mundo de las tinieblas.
¡Siempre que se pueda, hay que procurar divertirse!
Abel Roca
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