Era un sábado por la tarde. Eva y Jorge iban paseando y, de repente, vieron como una pareja dejaba una caja entre los matorrales.
Tenían tanta curiosidad que fueron a ver lo que había dentro y descubrieron tres cachorros; les dieron mucha pena, por lo que cogieron la caja y los llevaron al veterinario para comprobar que estaban bien.
En la clínica los miraron, les hicieron todo tipo de pruebas y les dijeron que estaban perfectamente.
Más tarde, se los llevaron a su casa.
Los tuvieron unos días, pero no se podían hacer cargo de todos, porque ya tenían un perro. Tras preguntarle a sus padres y que les dieran permiso, decidieron quedarse con uno y llevar a los otros dos a la perrera para que otras familias los acogieran y les dieran los cuidados y el cariño que necesitaban.
Era muy complicado, porque habían encontrado muchos cachorros abandonados; por eso, decidieron buscar ellos las familias más adecuadas.
Después de conseguirles unos nuevos dueños, se dieron cuenta de que además vivían muy cerca; por lo tanto, los cachorritos se podían ver a menudo.
¡Al final todos fueron muy felices con sus pequeñas mascotas!
Raquel Loureda
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