Había una vez un mago, era alto y tenía barba.
Le encantaban la naturaleza y los animales.
Un día decidió investigar por qué los animales no hablan como las personas. Estuvo horas, días, semanas, meses..., hasta que lo consiguió.
Preparó un hechizo que hacía a los animales hablar. Pero tenía un adversario que siempre se los robaba; pensó que se lo iba a quitar, así que lo escondió en un sitio donde nunca lo encontraría.
Pensó que no tendría que estar siempre así, por lo que hizo uno del olvido y se lo dio para que lo dejase en paz y se olvidase de él.
Al final siguió investigando lo que más le gusta: la naturaleza y hacer que la vida los animales sea mejor.
Nicolás Gómez
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