Un día de verano, mientras iba en bicicleta para llegar a mi casa, tuve que pasar una cuesta hacia abajo. Cuando tuve que frenar no me iban los frenos, pero había una cuneta en medio y me tiré allí.
En otra ocasión, paseando por Cecebre, me encontré con un pastor alemán suelto y furioso; con suerte me pude esconder por unos arbustos.
Víctor
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