Este verano fui con mis padres y unas amigas a un cine a ver una película, que nos gustó un montón. Comimos y bebimos lo que nos apetecía, siempre con sentido.
El problema surgió cuando fuimos a buscar el coche al aparcamiento. En la segunda planta no había ni rastro del mismo, después de haberla recorrido toda.
Empezamos a pensar, nos dimos cuenta que había sido en la primera y... ¡Vuelta a empezar! Tras unas cuantas vueltas, lo encontramos. ¡Qué alivio!
Seguro que este incidente le ha pasado a mucha gente.
Olga
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