Al cabo de media hora, escucharon un ruido y empezaron a correr y a gritar.
Más tarde, vieron una sombra: ¡Era su amigo con una manta blanca! Como no lo sabían, empezaron a correr. Y esto ocurrió hasta que se le enganchó la manta a una puerta y vieron lo que había ocurrido.
Cuando llegaron a casa, se lo contaron a sus padres y nunca volvieron a ir, para no verse en una situación parecida.
Cristina
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