El domingo 22 de enero podía llegar a ser un día cualquiera, pero algo me decía, por unas cosquillas internas y llenas de emociones, que no.
Nos levantamos muy temprano mis hermanas y yo; mamá nos llevó a casa de Eugenia, donde nos esperaban Laura, su hija, Vega y Lola (con su papá Rubén).
Después de muchas conversaciones de chicas - seis para ser exactos, retocarnos y probar un nuevo rizador de pelo en Vega.
Por fin, ¡vámonos, chicas!
Montamos en dos coches. En el nuestro, de siete plazas, íbamos las seis niñas y conducía Eugenia. Nos encanta ir con ella, es como una de nosotras: música, volumen... ¡FIESTA!
¿A dónde iremos? Primera parada después de cuarenta y cinco minutos: un restaurante, toca comer.
Seguíamos nerviosas, aun no sabíamos a dónde; y, mientras tomaba mi helado de postre, en mi cabeza solo pasaban imágenes de carteles azules en la autopista que nos dirigían a Lugo...
Lorena
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