Aquel domingo estaba siendo de cuento.
Después de una semana intensa de exámenes y con la tensión de levantarse temprano. ¡Era un premio!
Llegamos a un aparcamiento de piedra situado al lado de aquel bosque. Parecía interesante; bajamos las seis y nos situamos al inicio de un camino que nos dirigía hacia un montón de sitios y de sorpresas, lleno de hormigas.
Todo lo que nos encontrábamos por el sendero estaba hecho a mano con productos reciclados: latas, bidones, maletas, zapatillas.
Me encantó el río con los patitos de botellas de plástico y bidones de agua.
Seguro, seguro, lo que más fue recorrer todos aquellos caminos llenos de agua y barro, saltando los charcos, poniendo nuestra ropa manchada, mojada y sucia: aunque a los mayores no les hiciese gracia alguna.
Lorena
No hay comentarios:
Publicar un comentario