Carlota (profe) - Buenos días, niños, hoy os va a dar una charla un policía (dijo con una voz altanera).
Policía - Hola, niños, os voy a hablar para que aprendáis las normas. Bla, bla, bla.
Luis (niño con pinta de repelente y que va a decir algo estúpido) - ¡Policía!
Policía - Sí.
Luis - ¿Trabajaste en algo antes de ser policía?
Policía - Sí.
Alumnado - ¿Y de qué trabajaste?
Policía - Fui pirata... (Tan, tan, tan).
Alumnado - Ja, Ja, Ja...
Policía - Hace muchos años yo era un pirata, joven y guapo; tenía un barco que medía veinticuatro metros, pesaba setecientas toneladas y se llamaba Célerin.
Luis - Déjate de tonterías y ve al grano.
Policía - Vale, tenía muchos tesoros, tantos que el barco pesaba todavía más. Llegando a tierra se hundió; por suerte sobreviví.
Luis - Solo eso, ¡qué bobada!
Policía - ¡Calla! Por sorpresa, luego me encontré con un submarino y, como cualquier pirata, lo robé y fui en busca del tesoro. Estaba preocupado, ya que no lo encontraba. De repente, ¡Pum! Todo se volvió oscuro. Estaba perdido y solo, atrapado dentro, hasta que encontré el botón de los focos y de las luces. Todo era raro, pensé que estaba en una cueva. Entonces percibí un olor a pescado y me di cuenta de que estaba dentro del estómago del gran y malvado pez Barri. ¡Me tengo que ir ya!
Luis - Espera, ¿cómo acaba la historia?
Policía - ¡Ja! (Se lo creyeron, pensó, mientras que se reía)
Mar
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