Había una vez una niña pequeña de ocho años que se llamaba Nuria.
Vivía en una pequeña isla desierta, que la habitaba solo su familia y un montón de adorables animales: pájaros, reptiles, tortugas, ardillas, ratoncillos, animalitos del campo...
Un día, como otros, paseaba por la orilla del mar y... ¿Sabéis lo que encontró? ¡Un huevo cuadrado!
Ella estaba bastante acostumbrada a verlos de distintas especies, pero nunca había visto ninguno igual.
Despacito lo cogió y se lo llevó a casa para enseñárselo a sus padres. Por ello, se fueron a buscar otros ejemplares, mas no encontraron nada.
Decidieron que se lo iban a quedar y que la niña lo tenía que cuidar.
Muy feliz se lo llevó a su habitación y le puso una mantita por encima. Cinco minutos después, el huevo comenzó a hacer: crack, crack, crack...
¡Hasta que se abrió y salió un bichito! ¿Y sabéis cómo era? Pequeño, peludo, morado y con cuernos.
Asombrada, gritó:
- ¡Mamiiiii, papiiiii!
Los padres, muy preocupados, fueron y preguntaron:
- ¿Qué pasa?, ¿qué pasa?
- ¡El huevo se ha abierto" - gritó entusiasmada.
Ellos no estaban sorprendidos, sino lo siguiente. Era muy normal que estuviesen así, pensaban que era una especie muy poco común.
Decidieron descubrir y aprender cosas de e´l y, sobre todo, cuidarlo.
Le pusieron de nombre "Bolito". lo adoptaron como una mascota doméstica y como uno más en la familia.
Tania
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