Había una vez una familia de sirenas, formada por: el padre, la madre y dos hermanas pequeñas. Cada miembro tenía un poder.
El padre era el rey del océano Atlántico; tenía un tritón de oro y, cuando lo golpeaba contra el fondo marino, todo el mundo obedecía sus órdenes inmediatamente.
El de la madre era la amabilidad; cuando la gente era mala, solo tenía que hacer: ¡Pellizcarle la mejilla! Y se convertía en la persona más amable del mar.
Y, por último, las dos hijas eran gemelas, por lo que poseían los mismos poderes: ¡La imaginación! Con la que podían crear lo que quisieran, hasta lo más disparato que se les ocurriera. ¡La que liaban juntas!
Tania
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