Por la mañana en el jardín estaba la abuela plantando: lechugas, tomates, fresas, aguacates, semillas...
Mientras trabajaba sin cesar, en un árbol muy grande que está en una esquina del huerto, había un montón de pajaritos muy hambrientos...
¿Sabéis lo que querían hacer? Robarle las semillas para poder comer.
Cuando acabó el duro trabajo, así lo hicieron: volaron a comer las semillas y las verduras.
La abuela se dio cuenta y gritó: "Esas son mis semillas. ¡Largo de aquí, ladrones!".
- Pero, señora, tenemos mucha hambre y cada vez nos cuesta más conseguir comida! - exclamaron todos.
Les dio pena y decidió llegar a un acuerdo:
- Tengo una idea. Si dejáis los frutos de mi huerto, os daré raciones diariamente.
- Sí. - gritaron todos.
Y así de hizo.
Tania
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