El abuelo nos llevó a un embarcadero para coger el catamarán que nos llevó por el río Sil, para ver sus cañones, montañas no muy altas.
También se ven las viñas, que son los árboles de las uvas. Son muy empinadas y, para recoger las uvas, usan unos vagones o unas barcas.
El viaje duró dos horas y hacía un poco de frío.
Vimos una bodega de vino.
Por la tarde, nos tenía una sorpresa: nos llevó a un pueblo que se llama Gundivós. Allí un alfarero nos hizo una jarra típica de la zona, y nos regaló un cuenco. Además, non enseñó cómo eran las casas antiguas de la zona.
Mar
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