Hace tiempo, me desperté y vi que era un troteiro de Bande. "¿Cómo llegó esto hasta aquí?" - pensé.
En fin, tendría que pasar un día así.
Ir hasta Bande llevó su tiempo.
Una vez allí, pensé:
"Espera, espera, espera... ¡Aquí está la clase entera!"
- "¿¡Cómo!? - le pregunté a Álvaro. ¿A ti también te pasó lo mismo?
- Sí, emmmm, como a todos.
- Ya lo sé, tengo ojos. ¿Estás listo àra ir por ahí levantando...?
- ¿¡Faldas!?
- Eso mismo...
- ¡Oh, no! No quiero hacer eso, por favor.
No hubo tiempo para más.
Lo que era algo ridículo y vergonzoso, acabó siendo divertido y gracioso. Y eso tiene una explicación: vi a Pablo levantarle la falda a una señora que casi le da con el bolso en toda la cabeza.
Pensé que sería gracioso, aunque no quería que me pegaran.
A la segunda que lo hice fue a mi madre. Al llegar a casa, me lo contó, sin saber quién había sido.
Le dije que había sido yo y que los troteiros éramos la clase entera. Puso cara de estar enfadada, pero riéndose.
Al día siguiente, ya era el de siempre.
Antón
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