Va a su desván a por los adornos, pero encuentra la caja casi vacía, solo quedaba una bola; los ratones y las musarañas se los habían comido.
Se pone muy triste, mas se le ocurre una gran idea: pedir a sus invitados que cada uno traiga un adorno, y así decorarlo entre todos.
Los animales preparan su regalo para el árbol, menos Karl, el lobo, que intenta fastidiarlos. Des pués de ponerles trampas e intentar estropear lo que llevan, recapacita y se da cuenta que es mejor tener amigos que enemigos.
Reunidos, decoran el abeto.
Gael
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