Erase una vez una brujita que vivía en una casita vieja, con su amigo, que era un cuervo.
Él tenía ciento veinte años, no podía volar, pero le enseñaba a la bruja a hacer muchos trucos de magia: a convertir en rana todo lo que quisiera.
Ella se equivocó y, sin querer, convirtió al cuervo en sapo.
No sabía cómo deshacer el hechizo. Se puso muy triste y tuvo que cuidarlo durante toda su vida.
¡No volvió a hacer más magia!
Tania
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