Una mañana estaba en su oficina y de repente... ¡Sonó el teléfono!
Era el señor Porter, que llamaba para informar que le habían robado el oro.
El detective se puso en marcha. Al llegar, le preguntó qué era lo último que había hecho esta mañana y le respondió:
- Cuando me levanté, desayuné... Luego, antes de abrir el negocio, revisé las cajas fuertes, llegué a la del oro y no estaba.
John tomó nota, examinó para ver si había alguna pista; encontró una huella, la dibujó en su cuaderno y empezó a buscar quiénes podían haber sido los ladrones: Diego, Martín o Carlos. Tras interrogarlos, les dijo que se verían en la zona del robo a las diecisiete horas.
Una vez allí, dijo:
- "¡¡¡El criminal es... Carlos!!!
Después de haberlo mencionado, Porter se enfadó mucho con el culpable, que tendría que ir a la cárcel por haber robado.
Antón
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