sábado, 13 de junio de 2020

"Adiós con el corazón..."

Buenas tardes:

Como de poeta tengo poco, no se me ocurrió otra cosa que escribir el título de una preciosa canción de A Coruña. Supongo que la mayoría la conocéis.

El motivo de este escrito no es otro que despedirme de unos niños que he tenido conmigo durante dos o cuatro años, así como de sus padres.

Si recuerdo la primera reunión en el año 2.016, traté de manifestar mi criterio de responsabilidad, en el sentido de que iba a ser quien llevase a todos a donde pretendía; con ello empecé a a sumir alguna que otra crítica, pues siempre hay quien cree que se debe hacer lo que él piensa, sin entender que iba a ser yo quien iría a realizar semejante tarea, compleja, por cierto.

Comenté que los iba  atratar como si fuesen mis hijos: ¿Qué pasaría por la mente de alguno? 
Siempre he procurado que cada niño llegase a donde debía, lo que he conseguido en la mayoría de los casos. 
Hubiera sido más cómodo estar tranquilo, con el compromiso justo por mi parte; pero eso no vale si se les tiene cariño y se valora lo que uno hace.

Estoy seguro de que se me ha puesto en tela de juicio en muchas ocasiones, más en los primeros momentos que ahora. Lo único que puedo decir a  mi favor es lo que han trabajado, sin un minuto de descanso - solo cuando lo consideraba necesario, con muchos errores cometidos por mi parte; eso sí, siempre procurando que estuviesen contentos. No sé si lo habré conseguido o no.

Mi concepto de disciplina, no de autoritarismo, supuso un trato homogéneo con todos, no habiendo diferencias en ningún momento; lo que posibilitó una integración satisfactoria. 

El coronavirus nos fastidió notablemente, pues nos obligó  a interrumpir el ritmo que teníamos en matemáticas, así como otras alternativas que les había propuesto en otras asignaturas. La ventaja: siempre se acordarán de un maestro que tuvo que compartir la cuarentena con ellos.

Pasado el tiempo, agradecer a la mayoría de vosotros el trato cordial que siempre hemos tenido, con alguna que otra desavenencia, lo que no deja de ser normal cuando hoy en día escuchar resulta difícil; así como la reciprocidad permanente para determinados casos puntuales.

Y, finalmente, por supuesto, el cariño que me han demostrado vuestros hijos a lo largo de todo este tiempo: la mayor satisfacción que conlleva mi labor. Quizá me puedan echar de menos durante algún tiempo, imaginad lo que yo a ellos. ¡Y vuelta a empezar!

Sin más, se despide una persona que nunca fue tal y como se decía.

¡GRACIAS A TODOS!

Genaro Veira
 

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