Llevo un par de días escribiendo un cuento que nos han pedido en el colegio para después de navidad y lo gracioso fue esta noche, cuando soñé que me pasaba dos semanas trabajando en el relato con mucha ilusión; haciendo ilustraciones, pensando en cada capítulo, en cuál podría ser un buen final y, sobre todo, esforzándome en la caligrafía. Era todo muy real, parecía que estaba sucediendo de verdad.
A continuación, después de tenerlo acabado y perfectamente cuadrado, lo llevé al colegio.
Todo se volvió negro cuando el profesor lo vio y dijo de todo menos que estaba bien. Al haberle dedicado tanto tiempo y empeño me sentí fatal.
Cuando iba a recibir la calificación comencé a oír un pitido muy fuerte. ¡Era mi despertador!
Por suerte fue solo un sueño.
Manuel
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