Es un pastor alemán de cinco meses y un día. Antes habíamos tenido otro pero se murió.
Cuando fuimos a buscarlo, soltaron a tres pastores alemanes; nosotros queríamos un macho pero sólo había uno. No sabíamos que íbamos a tener un perro (mi hermana y yo).
Una vez elegido, lo llevamos en una caja desde Abegondo hasta Sada, donde mi abuelo se puso tan contento que no se podía despegar de él.
Lo lavamos, lo secamos y le pusimos nombre. Es grande, bonito, con el pelo marrón y amarillo, y muy fuerte.
Ahora sólo tiene un juguete porque rompió cinco. Juega y quiere mimos cada segundo.
Desgraciadamente sólo lo veo una vez a la semana.
Negro como el cacao,
blando como el algodón,
fuerte como una roca.
¡Es el mejor!
Juguetón como un ratón,
travieso como un bebé,
bonito como el zorro,
qué curioso es.
Yo con él hasta el fin.
¡ME ENCANTA!
Javier
Ese es mi Rocky
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