Estaba en el recreo muy aburrida, no encontraba a nadie con quien jugar y, de repente, me puse a hablar con la pared.
¡No era muy interesante la conversación!
Le pregunté muchas cosas, pero como no hablan...
Inés
Un
día por la mañana mi madre y yo íbamos a gastarle una broma a mi padre.
Habíamos comprado unos huevos de chocolate que parecían de verdad.
Fui
junto a él y le dije: ¡Mira qué huevo más bonito! Rápidamente lo metí
en la boca, empecé a masticarlo; con la cara que estaba poniendo no
podía aguantar la risa. Así que me reí y escupí todo lo que tenía en la
boca.
Al final, nos partíamos todos juntos.
David López
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